jueves, 6 de junio de 2013


COLEGIO DE INGENIEROS DE CAMINOS 6 DE JUNIO


Unas muy breves palabras que quiero iniciar con el agradecimiento al Colegio, en mi nombre y en el de todos los galardonados, por la concesión de la medalla al mérito profesional.

A continuación quiero felicitar a todos los compañeros a los que se han concedido distinciones en el día de hoy. Todas ellas muy justas y muy en consonancia con sus realizaciones y merecimientos.

Por lo que a mí mismo respecta, no me resisto a recordar unas palabras de mi primer jefe, Florencio del Pozo Frutos, que con motivo de recibir una medalla, creo recordar que de la Asociación Técnica Española del Pretensado, como viera que yo tenía una expresión admirativa, me dijo algo así como “No te preocupes, ya te tocará, es una cuestión de años” y así es en mi caso y bien a mi pesar, lo de los años.

Es costumbre en este tipo de actos que quien interviene, haga alguna referencia al recorrido profesional de aquellos en cuyo nombre  habla. En este caso 16 compañeros y una compañera todos con trayectorias de grandísimo mérito. No voy a extenderme en esto, porque de la lectura de sus historiales profesionales se deriva claramente cuáles son sus logros y realizaciones a lo largo de los años, que son tantos, que su mera enunciación haría muy extensa mi intervención.

No continuaré, por tanto por ese camino, por una mera cuestión de tiempo,  que haría falta mucho y aunque dicen los clásicos que es de mal tono hablar de nosotros mismos, creo que en este momento puede resultar pertinente dedicar algún tiempo a hablar de nosotros, es decir, de los ingenieros de caminos como profesión

Somos una profesión antigua y respetable que ha ejercido sus tareas a lo largo de los tiempos con brillantez y eficacia y a veces en campos alejados, en principio de nuestra formación original: dirección de empresas, finanzas, ejercicio de altos cargos en las Administraciones Publicas, entre otros.

Por no remontarnos a tiempos demasiado lejanos, en el pasado más reciente, los ingenieros de caminos españoles hemos despertado la admiración internacional por ser los responsables técnicos del enorme desarrollo que en materia de infraestructuras ha tenido España en los últimos años. Esto no es más que la constatación de una realidad, y reconocerla nos debe satisfacer a todos.

Pero las cosas  últimamente han cambiado, no poco, y no desde luego para bien. La crisis general que vivimos, centrada sobre todo en aspectos económicos, que ha incidido en la vida de todas las personas, ha afectado también a nuestra profesión.

En mi opinión, esta afección se ha producido en tres aspectos y en ninguno de ellos sus consecuencias han sido positivas o favorables, al menos en una primera instancia.

El primer efecto de la crisis sobre nosotros, es que se considera al exceso y posterior caída de actividad en el sector de la construcción, un factor clave para explicar la intensidad especial con que la crisis ha azotado a España, en materia de  deuda y desempleo. Se hace responsable a la burbuja inmobiliaria del alto nivel de paro y de la extraordinaria deuda de las instituciones financieras y existe un consenso considerable sobre que deben buscarse nuevas vías de crecimiento, distintas de la construcción, para relanzar nuestra economía y crear  empleo. Vías basadas en la inversión en conocimiento y en I+D +i

En segundo lugar y también con motivo de la crisis, se dice que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, y se pone como ejemplo de ese desahogo presupuestario, la inversión en infraestructuras ineficientes o poco sostenibles económicamente, señalándose como ejemplos los aeropuertos sin aviones, las autopistas sin coches o, lo que a mí más me duele personalmente, los trenes sin viajeros.

En tercer lugar,   la reacción a la crisis por la vía de la austeridad materializada en la lucha contra el déficit presupuestario, ha originado una disminución drástica y repentina de la inversión en obra pública por parte de todas las administraciones, lo que ha conducido a la existencia de un alto nivel de desempleo en nuestra profesión concentrado, sobre todo, en los nuevos ingenieros de caminos. Pensemos que casi la mitad  de los titulados de las dos últimas promociones está en paro. Así nuestros compañeros más jóvenes tienen que afrontar una situación radicalmente diferente a la que conocieron cuando iniciaron sus estudios.

Ante todo esto, me parece que sería oportuna alguna reflexión colectiva y aun no siendo este, momento para profundizar en estas cuestiones, si cabe hacer algún apunte tratando de situarse en un punto intermedio entre el inmovilismo optimista que desconoce la realidad y el pesimismo paralizante, que al igual que su contrario, impide toda acción por creer que nada puede mejorarse.

De las tres cuestiones planteadas, me referiré más que nada a las dos últimas ya que la referida a la burbuja inmobiliaria toca más de lleno a otras profesiones, pero no obstante  si me gustaría señalar, que los ingenieros de caminos, tenemos mucho que aportar en la tarea de generar conocimientos e innovación en el campo de la construcción que tengan reflejo en el conjunto de la economía y  que contribuyan a la generación de nuevos modelos de crecimiento. No hay más que pensar, por ejemplo en todo lo que tiene que ver con la sostenibilidad ambiental.

Por lo que respecta a la segunda, los ingenieros de caminos somos una pieza clave en el sistema español de producción de la obra pública y por tanto debemos trabajar para volverla a colocar en el centro del aprecio de la sociedad.

Para ello tenemos que reforzar nuestros conocimientos e incrementar nuestro papel en la gestión de los instrumentos de planificación y evaluación de las inversiones, haciendo uso de los conocimientos y de la racionalidad que son propias de nuestra profesión.

Debemos  pues fortalecer nuestras técnicas para robustecer nuestra posición en los procesos de decisión,  siendo capaces de evitar, de ese modo, equivocaciones que resultan muy costosas para el contribuyente y que además son motivo de escándalo en tiempos de escasez económica.

Desde nuestros conocimientos, y ejerciendo con firmeza nuestra profesionalidad podemos logar que las inversiones en infraestructuras se basen en datos y análisis técnicos racionales. De este modo se producirá un uso más eficiente de los recursos públicos

Las infraestructuras no son un fin en sí mismas, sino que están orientadas al propósito económico y social que sirven. Nadie debe pensar que defendemos la inversión en nuevas infraestructuras desde una óptica cerrada y concentrada en nuestro propio interés, sino que lo hacemos pensando en la sociedad en su conjunto.

Debemos defender las infraestructuras como lo que son: una pieza clave en el crecimiento económico y en el bienestar ciudadano y ello es así, porque sirven de soporte a la prestación de unas actividades y servicios que promueven el crecimiento y el bienestar.

Respecto a la tercera cuestión, tenemos que trabajar para que los ingenieros jóvenes encuentren salidas profesionales dignas, aumentando el nivel de tecnificación de nuestras actividades. Si como ocurre en este momento, y al igual que las empresas, los ingenieros tienen que buscar trabajo fuera de España, que ello sea una oportunidad para su desarrollo  y que puedan hacerlo en las mejores condiciones profesionales posibles.

Precisamente por esto último, quiero reconocer la labor de todos los compañeros y compañeras que con el apoyo del Colegio están trabajando para conseguir la equiparación de nuestros estudios al título de master europeo. El esfuerzo que están haciendo lo es en beneficio de todos y por eso deben tener nuestro máximo soporte y agradecimiento.

Termino. Decía Juan Benet que su profesión, ingeniero de Caminos, era una profesión digna y tenía sin duda alguna,  razón. También y como he dicho al principio es una profesión brillante.

Pero esa dignidad y brillantez no se otorgan gratuitamente, requieren esfuerzo constante y vigilancia continuada. Por la dignidad y la brillantez de nuestra profesión hay que trabajar todos los días, evitando caer en las múltiples trampas que encierra toda actividad relacionada con el interés público y con los dineros públicos.

Estoy seguro de que todos estamos de acuerdo en que cuando se defienden posturas apoyadas en el conocimiento, en el trabajo y en la digna práctica profesional las crisis terminan superándose y aparece de nuevo el éxito.

Muchas gracias

2 comentarios:

  1. Buenas tardes Teófilo

    Yo quisiera hacer una pregunta para intentar disminuir mi ignorancia. ¿Realmente se hace caso a los ingenieros en materia de planificación? Por lo que tengo entendido, la opinión de los técnicos no tiene demasiado peso (mas allá que este esté en una posición de privilegio en el Min. de Fomento, esto es, en su dirección), y querría saber su opinión.

    Por otro lado, coincido plenamente en el asunto de potenciar la técnificación. La formación del ingeniero de caminos en España es muy completa, y creo (por mi limitada o nula experiencia, no puedo decir más que "creos") que parte de esta no es desarrollada, pudiendo dar un mayor rendimiento.

    Felicidades por el reconocimiento al mérito profesional.

    Un saludo

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  2. La verdad es que los ingenieros, a veces, tienden a aceptar sin mas la conveniencia de realizar determinados proyectos porque se proponen desde la política. Ir en contra de lo que puede ser una corriente de opinión alentada desde distintos intereses, puede ser difícil y no es fácil tener vocación de héroe.De todos modos una opinión bien fundada de un ingeniero y expresada por los cauces funcionariales oportunos, suele tener probabilidades de ser aceptada. Lo que sería del mayor interés es una mayor profesionalización de los altos niveles administrativos de manera que les permitiera una mayor independencia profesional. Esto todo el mundo lo acepta pero a la hora de la verdad todos quieren poner a gente de su confianza o traducido, gente que diga a todo que si. A pesar de todo hay que seguir insistiendo en esta línea y el Colegio debería jugar un papel importante en eso

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