jueves, 25 de abril de 2013

LA REFORMA DE LAS PENSIONES




A la espera de conocer con más detalle las propuestas sobre reforma de las pensiones, que al parecer, ha elaborado el Ministerio de Trabajo, para ser sometidas a una comisión de expertos, algunas de las ideas esbozadas por los medios de comunicación me sugieren estas reflexiones.

El núcleo básico de la propuesta, parece consistir en calcular la suma de las aportaciones realizadas por cada trabajador a lo largo de toda su vida laboral que, una vez convenientemente actualizadas, se dividirían por los años de  esperanza de vida del pensionista para calcular la cuantía de la pensión anual.

En definitiva se trataría de individualizar cada pensión con el fin de adecuar lo recibido a lo cotizado y esto manteniendo el sistema de reparto. Esto de mantener el sistema de reparto es una contradicción con lo que se propone. El sistema de reparto se basa en que el trabajador paga con sus cotizaciones las pensiones de los pasivos del sistema y confía en que en el futuro los entonces activos actúen con el de la misma manera. El cotizante no es dueño de sus cotizaciones sino que el hecho de cotizar le habilita para recibir su futura pensión pagada por los cotizantes futuros. Por otra parte el hecho de mantener el sistema de reparto  ocasiona que las aportaciones del trabajador no produzcan ningún rendimiento a lo largo de los años, puesto que han sido “invertidas” en pagar las pensiones de los activos.

Creo  que la referencia al sistema de reparto se presenta pura y simplemente para no despertar mayores suspicacias, pero el fundamento del método propuesto encaja mucho más con el sistema de capitalización y creo que se realiza con la intención clara de favorecer el desarrollo de pensiones privadas basadas en aquel sistema. Verán por qué.

Una vez que cada trabajador conoce la cantidad de que dispone para su futura pensión resulta viable autorizar que, si lo desea, pueda retirar esta cantidad del sistema público para integrarla en un plan privado de pensiones. Se le dirá que sus fondos en el sistema privado producirán mayores rendimientos que en el público y se favorecerá que las empresas coticen por el trabajador  al sistema privado.

Como ven la reforma planteada constituye la condición necesaria para el florecimiento de un nuevo y próspero negocio  basado en  las pensiones privadas para el que el sector financiero se prepara a participar.

Existe el problema del pago de las pensiones ya devengadas en el sistema de reparto si los cotizantes retiran sus fondos para integrarlos en el sistema privado. Ahí aparece la segunda pata de la propuesta. La rebaja de las nuevas pensiones causadas y la no revalorización delas antiguas.

El objetivo buscado no es tanto el de la sostenibilidad del sistema público, cuestión esta que depende más que nada del crecimiento del PIB y del empleo, cuanto el deseo de abrir más hueco a los planes de pensiones privados en aquella teoría ya antigua de los tres pilares que se manejó en los años 80 del siglo pasado y que rápidamente refresco

Los tres pilares del sistema de pensiones consistirían en:
Un pilar no contributivo destinado a cubrir situaciones de necesidad y situado en torno al 75% del salario mínimo
Un pilar contributivo basado en el reparto y que cubriría en torno al 45-50% de la  última base cotizada
Un tercer pilar privado basado en la capitalización

Como ven el modelo propuesto camina en esta dirección. Al individualizar las aportaciones y rebajar las cuantías finales de las pensiones públicas permitirá de forma paulatina ir transfiriendo cotizaciones del sistema público a los planes privado abriendo así una estupenda perspectiva de negocio.

El problema está en que las maravillas ofrecidas por los planes privados de pensiones, lo son a base de asumir riesgo, riesgo que seguramente nadie se molestará en explicar debidamente a aquellos que decidan trasladar su pensión al sistema privado. Como tampoco se les dirá que los gastos de gestión de los sistemas privados están muy por encima de los del sistema público. Me temo que la historia de las participaciones preferentes puede resultar un juego de niños, cuando aparezcan nuevas crisis financieras.


Teófilo Serrano
Abril 2013

2 comentarios:

  1. Los planes privados asumen un riesgo, sí. Pero, ¿acaso no lo asumen también nuestro modelo público? La clave está ya en el tercer párrafo del post, en el que se describe el sistema de reparto: "el trabajador paga con sus cotizaciones las pensiones de los pasivos del sistema y confía en que en el futuro los entonces activos actúen con el de la misma manera". Confía. Ya.

    Por otro lado, siempre me he preguntado que, si este es el sistema ¿cuanto habían cotizado los que empezaron a cobrar las primeras pensiones? Si no habían cotizado lo suficiente, alguien tiene que pagar esa factura.

    En el fondo, a mí me parece que todo nuestro sistema de pensiones es un gigantésco timo piramidal según el esquema Ponzi clásico: solo funciona mientras las aportaciones vayan siendo superiores a las prestaciones que se vayan pagando (circunstancia que dejó de producirse, casualmente, a finales de 2011, si no recuerdo mal...).

    Por ahora se puede ir tirando de la hucha, pero, al ritmo que vamos, ésta solo durará dos o tres años. Entonces, dejará de haber fondos para pagar las pensiones de los nuevos cotizantes y, ante esa circunstancia, ¿qué se hace? Hay varias opciones, pero ninguna es "indolora":
    - Se le baja la pensión a todos los que la están cobrando y también a los que la vayan a cobrar en el futuro (al menos, de ese modo, el coste se reparte equitativamente).
    - Se le baja solo la pensión a los nuevos jubilados (a pesar de que son los que más han cotizado).
    - Se le baja a los que estén cobrando por encima de lo que les correspondería en base a su cotización.
    - Se retrasa la edad de jubilación (perjudicando de nuevo a los que siguen cotizando con respecto a los que no lo hacen).
    - Su suben las cotizaciones sociales (más de lo mismo).
    - Se compensan las pensiones vía impuestos (que es casi el modelo que me parece más lógico: si vamos hacia una sociedad más tecnificadda, mucho más productiva con menos mano de obra... es imposible que las pensiones de todo el mundo salgan solo de sus cotizaciones laborales. Si las rentas del trabajo se han ido trasladando progresivamente a rentas del capital, parece lógico que se les exija a estas compensar la pérdida de riqueza de las otras).

    El tema es complejo y simple a la vez. De ahí su perversidad.

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    1. Es cierto, pero los sistemas de reparto funcionan mientras haya crecimiento del PIB. Si el crecimiento es negativo constantemente, entonces no funciona nada ni el de reparto ni el de capitalización, porque el valor delos activos que lo soportan también se desploma.Para compensar periodos de escaso crecimiento es para lo que se creó el fondo de Compensación que simplemente está cumpliendo con su función. Claro que si nos tiramos cinco años perdiendo empleo se acabará, pero también caerá casi todo. El problema pues de ls pensiones no es del sistema de reparto sino de la crisis. de hecho los sistemas de capitalización son más propensos a sufrir por fenómenos financieros de la economía. tras la crisis del Lehmann Brothers los fondos de pensiones basados en capitalización perdieron casi todo su valor. Cuando yo estaba en el Ministerio de Trabajo, primeros 80 se lanzaban también grandes advertencia sobre el sistema de pensiones,( se crecía al 1,2%) que desaparecieron en cuanto llegó el crecimiento económico que dió para crear el Fondo de Reserva.
      Hay un interés en el sector financiero por lanzar mensajes apocalípticos para propiciar políticas que recorten el sistema público de reparto. Que insisto sufrirá si no salimos de la crisis, pero entonces tampoco resistirán los fondos privados y todo se irá al garete

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